Mi primer amor no fue mío. Fue al contrario, un secreto profundo y amado. ¿Sería una obsesión, escondida en la niebla de la incertidumbre?... tal vez, vergonzamente, un tal vez se escapa entre mis dedos, se escurre entre mi conciencia... nada es peor que obsesionar al corazón. Pero, ahora, que me he liberado de su bello sueño, me acostumbro a pensar que fue mejor nunca decirle nada. Fue un amor secreto entre la realidad y yo, por supuesto. Porque todos sabían que él fue mi primer amor... él lo sabía, pero no quería decirlo porque yo era un conocido en la distancia que cada vez que hacía un acercamiento, se alejaba. Mis ojos gritaban, mi lengua no paraba de decir cualquier cosa que se refiriera a él, mis gestos era una demoledora avalancha de evidencias... que encanto tan cruel... QUE CRUEL! miradas escondidas, mariposas imaginarias, hadas que susurraban hechizos en mi pobre espíritu... que esperanza tan pobre aquella que camina cabizbaja... ¿es esperanza o es masoquismo?... es obsesión.
Mi primer amor es mi amigo. Ahora que lo miro no siento nada. Que horrible... es como mirar con los ojos cerrados... pero, es mejor. Ya no hay porque pensar que estoy esperando un tren que nunca llega, ya no tengo que fastidiarme toda la noche con el encanto de sirena entrometida. Es un amigo. ¿No es lindo un amigo? o si... si que si. Si el amor es la herida, el amigo es la cura.
La luna me está sonriendo, me dice buenas noches, y me quedo dormida. Nada más que eso es ahora lo que importa. La luna también está contenta, porque no me oye susurrar promesas... me ve dormida... pensando, soñando, callando, amando, queriendo con las ilusiones. Porque encontré otro amor que sí me ha correspondido. Esa es otra historia.
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