lunes, 26 de agosto de 2013

Un loco que le habló

Se tiró al suelo. Se llevó las manos a la cabeza. Se subió la camisa y dejó que el ombligo respirara el último soplo de la tarde. Y lo miró.

"Solo lo imitaba", dijo ella a quienes la encontraron en la feria. Se había quedado sola en el lugar, o así lo confesó al guardia de azul, porque le apetecía rebobinar sus sueños.  Entonces se topó con el loco en una banca y le pareció que él era ideal para acompañarla en su propósito. "Al respirar, tan lento y tan moribundo, parecía que soñaba mucho", logró murmurar antes de pedir una hamburguesa, argumentando que el hambre le había explotado de pronto. 

El humo sobre el rostro curtido no le impidió ver sus ojos azules llorando, cambiando los restos de mar en su iris por un gris enfermo y decaído. Le pareció, dijo con sollozos al policía que la llevaba en la patrulla, que le conocía. Lo había visto en su baño, perfumándose para salir aunque no hacía falta; porque los últimos besos lo llenaron de olor a cereza. Lo había visto en su balcón, cantándole a los gatos sobre lo feliz que era en el infierno (muy cerca de las colinas que bajaban de la espalda masculina). También le pareció observarlo detenidamente una vez frente al espejo, con las manos cruzadas esperando a alguien que le quisiera mientras jugaba con el cigarrillo encendido. Una vez lo vio mientras se desmayaba entre los botes de basura de un callejón, mientras ella se revolcaba con los senos al aire y el mundo dándole vueltas en una carterita de ron (mientras pensaba que sus labios de fruta estaban en otra piel); y puede ser, aunque no lo recuerda mucho, que lo vio en los 4 espejos de un hotel con un hombre que le dedicaba canciones y que la llamaba por el nombre de "Génesis", aunque se llama Isabel.

Le pareció que, en efecto, era ella. Pero al rato volvió al presente y hubo una pausa. El oficial tuvo que cargarla al salir de la patrulla porque cuando rompió a llorar cayó al suelo, mareada de hambre.

Le pareció que, en efecto, era ella, dijo. O por lo menos eran los restos de una locura fatal. La imagen de su recuerdo en la noche, la noche que olvidó que él se iría para siempre porque había encontrado otra versión de ella más dócil y engañosa entre los suspiros de un Dios de humo y una mujer delgada de la calle 4 al sur de la ciudad, entre los escombros de un disfraz de andrajos, entre los besos del concreto frío en las calles de Dublín. Tal vez los ojos azules en el banco olvidado de la feria era un ángel que la llamaba inconsciente para llevársela a otro lugar menos gélido.

Yo (¿o él?), dijo antes de sorber el primer bocado de sopa, era un trastorno que le permitía estar en paz. Y, cuando ya le estaba pasando el efecto alucinógeno y le empezó a doler el estómago, le advirtió al oficial que si las memorias no le dejaban en paz volvería al loco, al humo, y a los cigarrillos. 


A él, que le sabe lo que pienso.
.-.

sábado, 24 de agosto de 2013

"Adioses" varios

Supiste que era como tú. No fue difícil para ti, ni un poquito, inferir lo que decían mis frases, mis señas, mis manos al lado de tus piernas, mis miradas tendenciosas, los ojos chiquitos, la risa emocionada, el cabello desordenado, los pecados que me gustaba cometer, los sencillos toques de luz sobre lo que ya sabías, las pocas horas de atención, el calor de mis labios, los sonidos nerviosos y fugaces, los susurros al anochecer, las referencias de la infancia caricaturesca, el chasquido de los labios al mover la nariz, los cuentos que escribí, el tiempo que perdía diciéndote que iba en camino, los estilos alternativos, las facciones de niña, los trepadores en mis orejas, las buenas nuevas, el último trago, las inseguridades, las tiernas imperfecciones de mis piernas, los trances en silencio.

Pero al despertar, después de la noche violenta que duró 7 días y que se llevó tu locura, ya no sabías cómo nombrarme, 
de qué forma adjetivarme, 
con qué palabras convocarme,
y por qué seguía yo allí.





viernes, 5 de julio de 2013

Precedentes

Sentado, bebida en mano, pereza reservada, ganas de charlar.
Parece que las cosas no cambian en estos parajes, sin sol ni sombras, sin prestigio ni silencios.
Durante las primeras horas solo podía ver tu boca moverse, hablar sin decir nada. Entonces, con la última nota que cantaste, justo cuando la noche se ponía más franca y tendenciosa, noté que debía dejar de observar con tanto detalle tu vida, allí mismo sentado y vulnerable, porque, justo rozando tu brazo y tocando tus piernas, una mujer te llamaba con ternura.





lunes, 24 de junio de 2013

Sin inocencias


Eres un experimento, comida para el alma que no existe, y, para decir algo evidente, carne para la carne.
Estás donde quieres estar, y allí me encuentras. Llegará la tarde en la que fingirás que los silencios son oportunos y las despedidas las palabra más necesarias, pero nada borrará el encuentro que dejaste en las notas memoriales.
Las lúgubres pesadillas en las que pensé que te gustaría mi compañía morirán así: como pesadillas, intentos narcóticos de una adicción que no me pertenece.
El sabor, el color, la textura. Una mujer que lo siente todo inyectada de hierro y vacío… para luego no sentir nada y dejarte ser feliz lejos de la pesada clandestinidad que te pone tan nervioso.
Sin ilusiones, para prever una muerte limpia y sin rastros.
Si no te sigo la corriente, si me dejo llevar por lo que me dijiste la primera vez que te creí, entonces lloraré. Y no será posible volver a quererte.

Sucede

Es natural que a estas horas de la noche no pensara en otra cosa.
Si se le deja sola por unos instantes, entre las cervezas de las 12, entre los amigos que parloteaban sobre accesorios y camuflajes, entre trabajos de horas eternas sin motivación, solo piensa en eso; como si se tratara de una imagen pasajera que decide instalarse algunos segundos, algunas noches, algunas veces.

Pensaba en su cuerpo.
Desfigurado por el descuido y la poca compresión del tiempo, que aún sin añejarse se había descompuesto en siluetas poco apetecibles para la armonía de la carne.

Pensaba en su rostro, que no esperaba que fuera otro al verse todos los días en el espejo y darle, sin vuelta atrás, a la piel, a los fastidios que en ella aparecían y que la mantenían ocupada durante media hora en la mañana.

Tal vez también pensaba en sus piernas. Adornadas con la negligencia medicinal, se había escapado de ellas cualquier dulzura que despertara encantos.

Y, sin notarlo, se le escapaban los suspiros.

Sucede que le incomodan las consecuencias del abandono que le dejan las horas muertas, aunque adora vivir sus hábitos, sus horarios y sus impulsos.
Que le deja sin alivios cuando acaba un día... y cuando comienza otro.
Que le pesa, aunque no quiera, y sin pretender felicidad (porque no está triste) que pareciera retardar su encuentro con la sonrisa simple.

Y entonces, piensa lo peor; la única cosa que le hace sollozar en la filosofía del espejo.
Que nada tiene que ver con lo que ve. Que le pulsa el escozor porque lo siente.

Piensa que se perdió.


lunes, 27 de mayo de 2013

Sabroso

Porque cuando se le acercó para decirle (ya no recuerda qué)
el escozor se repartió: picaba en el pecho, se sentía en la yema de los dedos, electrizaba el vaivén de las piernas,
y entonces,
sin decirle más que silencio, sin dejarle más que obedecer, sin pedirle más que le dijera quién era,
se abalanzó sobre la idea de nunca darle un porqué.

Daño

Fibra,
libre y seca, que se corta con el hielo y no vuelve a crecer.
Agua,
sin sabor, lúgubre, que cae pesada sobre los silencios.
Ocasional pero ponzoñosa la penumbra que se queda ahí, dentro, muy dentro, en el pecho. 
Nicotina, 
tóxica e indeleble, que cubre los posibles amores.
Señales,
invisibles, sin destino, que me miran entre los segundos.
Hasta aquí llegó toda ocasión de perdón.


martes, 14 de mayo de 2013

Prefiero que no

Se acerca al oído,a la garganta,
al aire,
consume tiempo,espacio,
ruido,
disimula sus pocas respuestas viscerales, emprende con obsesión el artefacto de la mentira.
Se regodea de malos pensamientos.
Y entonces, con la necedad de que la luz es solo un señuelo, respondes:
"Prefiero que no".

viernes, 19 de abril de 2013

Cafeína por favor V (la imaginación)

Le dijo que se imaginaba "mala". Con las botas brillantes, los pantalones ajustados, la camisa corta y el cigarrillo encendido, como un símbolo de la rebeldía que la consumía.
La imagen era tentadora, casi la escultura de los pensamientos que atesoraba en las noches. Sin embargo, es más fuerte el espíritu de sosiego que la sujeta a los silencios. "Si he entrado en la oscuridad el recorrido ha sido en vano", pensó. No sabía si sonreír o desesperarse.  

Se giró para decir que aquello era lo que necesitaba. Pero prefirió darle un beso antes de partir y callar los pensamientos inútiles, con expectativas largas y poco decorosas.
Abrió la puerta, sintió el chillido de metal caduco recorrer el espiral de su oído, y aguantó la respiración por un segundo. Quieta, entre el maullido de un gato con hambre y la espesa silueta de un hombre que pasaba por allí, se quitó el abrigo y se llevó la mano a la cabeza. 

Dejó de pensar por unos instantes, o eso creyó,minutos antes de que el ascensor abriera sus puertas y la señora morena saliera con su perro. 
-Buenas noches señorita. 
-Buenas.
Una vez en la cama, sin recordar qué había pasado por su mente entre la puerta del apartamento y la de su habitación, cerró con fuerza los ojos, pasó la lengua húmeda por el labio inferior, y decidió soñar sin culpa. La primera imagen: un cigarrillo encendido, un café negro a medio tomar. 

viernes, 5 de abril de 2013

Querer

Por momentos creyó quererlo, casi como suyo, casi como su único placer culposo. Los dolores de cabeza eran cada vez más frecuentes y las ganas de olvidarse se convirtieron en recurrentes deseos. "Entender", decía.
Finalmente, y con un enorme pesar, concluyó que cada pedazo de carne, cada lastimoso suspiro, cada plato devorado, era un capricho. Un capricho que se negaba a querer. Un hombre casi cosa, de una mujer casi todo.

domingo, 31 de marzo de 2013

Entra el sol

Entró sin discusión,
tocó la mejilla, calentó los labios, se sentó a mi lado. 
Despertó todos los sentidos,
y se quedó mirando los alrededores, explorando las pistas de polvo y las horas cansadas.
Abrí los ojos, me acerqué a su origen, e imaginé que toda la ciudad hacía lo mismo al borde de las ventanas. 
Mirar el sol.
Pensar en las mañanas.
Dejarse llevar por los domingos y omitir cualquier gesto de intolerancia, cambiar por los buenos días, señalar hacia los corazones, desvestirse al ritmo de la música, sabotear los pesares, seducir los rincones...
Un sueño despierto.




Sin luces

Solo dejaste una nota al final del beso,
húmeda e inconsistente... fue entonces cuando ella se percató de que solo era un adiós. Cálido, vaporoso, como el tacto sin redención.

martes, 12 de marzo de 2013

Pista

Se te nota que la piel sensible de los dedos rozó con la fibra curva en el tope de los deseos, presionando con fuerza el alboroto, se ve que sostuvo entre la presión los mechones oscuros.
Se nota que los poros se erizaron, como escamas fuera del agua, cuando se movió la sombra en los primeros rayos del sol.  Con el fin de la tarde y el hedor del calor salino, ella hirió cada sentido de pena ajena.
Se nota que respiró sobre tu cuello, mientras se empañaron los ojos vidriosos con el sudor del quinto beso, y que pronunció los primeros sonetos de una falsa agonía.
Se nota que la miraste a los ojos, sin dejarla perder un segundo el alma que te sostuvo casi inconsciente sobre el regazo en movimiento.

Entre el calor y el frío de cada pensamiento.
Se nota.




martes, 5 de marzo de 2013

Cafeína por favor IV (No saber qué hacer)

-¡Hola!
-¡Hey! Despierto a esta hora?
-Sip

Lucila se quedó con las ideas cortas y cerró la laptop. No le pareció oportuno volver a repetir los chistes malos,que malamente le hacían reír de mentiritas. "Jajajaja" pondría en la siguiente línea, y pronto debía aceptar que era una tipa aburrida. No, no pasaría por eso de nuevo. Estaba resuelta a seguir las pistas de aquel desconocido desde otro ángulo, uno más favorable, donde pudiera encontrar su verdadero fuerte: el gesto.
Se fue a dormir sin mucho que decirse a sí misma, y se sintió agotada. "Tal vez mañana..." se repitió unas 30 veces antes de cerrar por completo los ojos y dejarse llevar por el sueño. Un sonido repentino, que provenía de su cartera, la asustó y como si se tratase de una urgencia mental tomó el aparato infernal y selló para siempre su voz. "No quiero saber nada... Tal vez mañana"...

****

La saludó como un cortocircuito. ¡Bizp, bizp, bizp! ¡Zap! y no hubo más que humo en la sala. Se levantó de su asiento, para comprobar que aún la miraba... pero ya había desparecido y las chispas dejaron de volar por el aire. "Bueno, tal vez mañana..." comenzó a pensar en voz alta cuando la voz devolvió la electricidad al cuerpo nervioso y petulante que solo podía pensar en un futuro sin promesas...
-Tal vez mañana no es suficiente Lucila.
-Pero es lo que tengo.
-Es lo que pierdes.

Dejó una rosa en el escritorio.
La miró con preocupación. "¿Es una señal o un desencanto?", se preguntó, y sin fuerzas para coquetear solo se estiró en su silla y se quedó allí para siempre.

Años más tarde, cuando conoció a Mesco, un joven argentino que escribía historietas para el diario de la región, se despertó del ensueño y en un arrebato de desespero le aventó un beso. "Es lo que pierdes", sentenció, y miró sin pensarlo al escritorio vacío de su primer no amor y se dio cuenta de que ya era muy tarde para las conexiones, el humo, el bizp y el zap.
 Y renunció a querer. No quería de verdad a Mesco, tampoco parecía querer a nadie más.

La última vez que se le vio, tomaba un café en una plaza del mercado.
Se dio cuenta de que la veían con deseo, y se perdió en la multitud como una sombra asustada.



Just met

Los comentarios se resbalan,
las mentiras sobran.
Sobran porque la imaginación ahora es parte de un juego.
¿Y qué más da si son mentiras?

Lo que se ve a lo lejos desde los espejos, lo que se escucha entre los pasillos, el murmullo de los pasos en las escaleras, la voz entre los escombros del cansancio... ya ni se asemeja a lo comprensible,
lo que cristaliza el tacto es solo autodestrucción. Solo te repites "no me lo creo".
Lo que el cuerpo nervioso se enfrasca en preservar solo queremos tenerlo presente para los ratos de insomnio. Para recordar que las peores horas son las del deseo inconcluso.

Una mordida.
Una secuela.
Un día siguiente en el que prevalecen los encantos.


martes, 12 de febrero de 2013

No solo carne

¿Y ahora qué sigue?
Apenas puedo dejarme no sentir nada.
Apenas alzo el vuelo.
Es contagioso, una plaga sincera.

lunes, 11 de febrero de 2013

Los primeros pasos

La contemplación nació en las tardes, en la lentitud de las tardes.
El sol se adentraba en los huesos de la casa, en los ojos grises del abuelo, en los vidrios de los ventanales... pero lo que más le gustaba eran las sombras que caían en el piso de granito, con sus formas raras y cambiantes, como un juego de niños. Era justo y necesario detenerse con ellas, con el polvo que emergía de su clandestinidad, con las horas sin tareas.
Era merecedora de toda su atención la sombra. Senil, perecedera, siempre triste, se asomaba a eso de las cinco y se convertía luego en toda oscuridad. Al perder su encanto, era entonces la luz la que condensaba toda admiración.

***
Siempre contradictoria, su pasión por lo fútil la hallaba adormecida entre sus pensamientos, mirando, siempre mirando, cómo desaparecía la luz y cómo se marchitaba la sombra. Tal vez pensaron que era rara, que le gustaba la nada, que era una chica feliz y punto. Tal vez por eso le fascinaba perderse, ser niña a los 22, ser niña a los 30, ser niña cada vez que se lo pidiera ella misma. Tal vez por eso le resultaba normal y grato fantasear con frases largas y sin sentido, y entre la niñez absorta que llevaba consigo solo podían notar a su alrededor que era sencilla y estaba contenta. ¿Y para qué más? Tal vez por eso no encontró estorbo en la multitud, ni en la soledad.

En la contemplación podía distinguir historias, y eso le llenaba de tal forma que comenzó a escribir. Si dejaba cada cuento o cada personaje derretirse entre las sombras ya sería muy tarde. Sentía compasión por su memoria, y nada era más placentero que recogerla de vez en vez para ayudarle a seguir imaginando.


La contemplación le regaló de oportunidad de crear silencios. Ella cree que así conoció el arte, y se conformó con saber que cada forma de arte, en su concepción menos ortodoxa, era la imagen de su relación con las cosas. Probablemente, si se quiere saber un orden cronológico, primero ejerció la contemplación con el dibujo, luego con la escritura, luego con la fotografía. Fueron y son herramientas para dejarse muy en claro que todo lo que ve tiene el poder de calmar su aburrimiento, y que si lograba transformar en algo físico lo que se imaginaba, lo que veía, lo que degustaba, lo que tocaba y lo que oía estaría satisfecha de por vida.


***
Seguramente... no... tal vez, tal vez así se sienten los escritores cuando han culminado una obra de su contemplación.  Ya sea una novela, un cuento de ficción, una crónica, una reseña... lo que sea. Lo que venga. Acoger el zumbido de una historia que no pueden dejar escapar, porque, de lo contrario, se sentirían infieles con su propio placer. "Debería escribir sobre eso", dicen algunos... y es así, así se reconoce que han sido criados en el maravilloso arte de la contemplación que conecta con otros tantos.

Unos lo llaman observación, pero ella cree que esa parece una forma egoísta, parca, y poco sincera de un acto más humanista que científico, más personal que colectivo, más de uno que de nadie.
La contemplación es solo un paso, una recreación de lo que hay allí y que nos encanta ver. Nada mejor que quedarse en ese principio de todo, en el que un hombre es un cuento sobre las tortas sin harina, o una crónica sobre su forma de fumar, o un reportaje sobre las mujeres chismosas, o una entrevista con un filósofo joven, o una columna sobre las borracheras con sentido.

Si miras bien,
si contemplas las sombras y las luces,
has escogido la oportunidad de ser otro.
Un ser invisible que ve.
Y que, mientras se voltea hacia lo que piensa y se zambulle en lo que le rodea,
se convierte en un revelador de historias.



lunes, 21 de enero de 2013

jueves, 10 de enero de 2013

Hay

Era un beso cualquiera. Una tarde cualquiera. Un tipo cualquiera.

Ella  llegó a pensar que se trataba de una promesa más, agregada a otras tantas afirmaciones que solo emergían con vida como parte de un circo, provocativo pero cruel, en el que solo en sus sueños más remotos era la protagonista.
Pero, al desear que fuera más que una circunstancia sin mérito, el instante paralizó toda razón que se pudiera predecir antes del primer tacto.
Y se petrificó entre sus dedos y en la fina carne de sus labios el gozo impredecible de las oportunidades infinitas. Y, aunque se prometió no volver, se lanzó sin pensarlo en una sensación perecedera.

sábado, 5 de enero de 2013

Con y sin

En los territorios abandonados
la tierra solo se nutre de la imaginación.
Solo le queda aceptar que perdió un juego.
Que ni siquiera era suyo.