viernes, 28 de diciembre de 2012

El paso

Levanta los pies y lo sigue, como si fuera una neblina invisible. No hay ruido. No hay respiración que la delate, excepto el momento del beso.
Aunque, como era de esperarse, jamás alcanzaría a tocarlo.
No como ella lo imaginaba en un pequeño y perdido sueño, entre la despedida y la verdad.

sábado, 15 de diciembre de 2012

Plácido

Solo sonrío porque no hay cuentas claras.
El nerviosismo nos revienta el pecho.
Nos deja en la piel la sensación de un animal revestido de instinto, un instinto que nos da el poder de hacer cualquier tontería.

Sin embargo, es así que surgen los placeres y es así que se nutren hasta despedirse.

Y el día de su muerte nos sacudiremos el perdón, desearemos que el raciocinio hubiera triunfado antes, y nos meteremos debajo de nuestras escamas para desaparecer.

Pero es así que creemos crecer, es así que se nutre cada memoria hasta morir.

Y cuando la fortuna y la virtud nada pueden remediar
es el deber de todos acariciar los cortos placeres,
los engaños que delatan la verdad que creímos escondida.

Tomar el wisky en las rocas, penetrar el sabor de un tabaco, cerrar los ojos mientras se evapora el sudor de la desnudez, y tartamudear cuando se mira directamente a los ojos.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Aproximaciones


Tal vez solo sea un plan,
un pasajero,
un tren que va. 
Pero que no viene.
Eso, tal vez, sea lo más tenebroso. 
Escozor, pulsaciones... siempre estás ahí incertidumbre.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Traiciones

Si supiera entrometerme
sin causarte tanto alboroto
los obsequios serían vidas sin nombre... Un deseo querendón

jueves, 29 de noviembre de 2012

Las líneas



Primero, se acerca la intención.
Se abre la puerta, el chasquido me distrae, y al voltear me roba una sorpresa.
La falda se pega a la piel, liviana como la caricia en las mejillas que me regala. Las piernas flaquean con el aire, camino bajo el sordo estruendo de mis pulsaciones, y sostengo con mi mente las rodillas paralizadas.
La intención se ha arriesgado a arrastrarme a la oscuridad.
En un cuarto sin mayor razón de existir que la de servir. Servir para los dañados, para las horas del cigarrillo, y tal vez para las palabras indiscretas que no se pueden decir en las horas vivas. 
Testigos únicos del proceso: las líneas.
Rodean los escombros, las luces, los pensamientos borrosos.
Líneas en las paredes.
En los parlamentos del momento.
Líneas en los estribillos de la canción que suena en la distancia. Tal vez solo la escucho yo. Tal vez la distancia es  mínima, y solo es música cerebral.
O proviene del aire que exhalas.
Líneas que conducen el camino hacia una intención. 

domingo, 25 de noviembre de 2012

Ciego


Estás frente al punto ciego.
Terco y seco.
Como piedra.
Como la piedra que ahora te viste.
La puerta ya no se abre.
No hay puerta que me dibujes.
Es hora de girar y desaparecer.
Como un villano. Sin gloria.
Cuando no hay salida, la hora del silencio se asemeja al alivio.
Al amargo alivio que tememos desde el encuentro.
Cuando él habla de majas.
Y ella de mofas.
Cuando él no responda.
Y ella se enoje.
Probarán alivios nuevos.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Perspectiva



Te observas en el espejo.
Haces memoria.
Haces bolas de estambre con la memoria.
Se pasean.
Las escupes.
No las ves más hasta el próximo silencio.


No importa cuánto se retroceda
nunca es predecible estimar
la distancia del tiempo.


jueves, 8 de noviembre de 2012

Contenido

Tocan el vidrio con estallidos imperceptibles. ¡Tic! Se estrellan. La única forma de oírlas aterrizar es el estruendo colectivo. Si caen en el techo. Si adornan la ventana como lupas de agua. Si chocan con nuestros cuerpos en la carrera contra la tormenta.
Y una vez que las escuchas, con el distante compás del silencio, quedas en un trance obligatorio. Y sin quererlo, en la nada monumental del ruido que ignoramos, del aire que ignoramos, del ambiente que ignoramos, de las.horas que ignoramos, la vida es polvo.
Es fuente de todo y salida de nada.
Es un ciclo.
De vaivenes.
De fastidos.
De placeres antibióticos que no podemos repetir.
De escalofríos.
De instantes que solo sirven para ejercitar la memoria.
De pronto, sin quererlo, eres estallido.
La lluvia.
Que se evapora.
Que se marcha.
Eres polvo.
Se te quedaron los espasmos congelados entre el estómago y el pulmón. No vale la pena ser mucho más que divagaciones.
Un requisito nada más, para hacer un paréntesis sin contenido.
Lo demás es recordar el valor de lo que se obtiene con la naturaleza, como la intuición y la esperanza.


lunes, 29 de octubre de 2012

Lo mismo

Da la media vuelta. Te espera un nombre no solicitado.
Como el espejismo de las noches borrachas,
parece un susurro atractivo.
Tentador.
Te peina el cabello con el aliento de sus cariños momentáneos,
se arrodilla para abrazar tu suelo,
se ríe para parecer alentador,
se sumerge en las palmas de tus manos,
y luego
cuando cierras los ojos
se desvanece la ilusión de ser una bella víctima.
Somos todos
lo mismo.

jueves, 30 de agosto de 2012

Lejanías


No hay un porqué.
No lo sé.
Simplemente no sé porqué, con qué motivo, o razón.
Tampoco sé si es un impulso.
Pero cuando veo la montaña, impoluta, magnánima, me entran unas ganas de viajar. De irme. De soltarme.
Tal vez tras su esencia verde, como el olor a lluvia en las madrugadas, se esconde una invitación latente a dejarse llevar, a ser nuevamente materia en el aire. A convertirse en el soplo de viento que empuja la vida hacia la nada. Ese manifiesto imborrable del código que llevamos dentro, en cada hueso, en cada célula, en cada defecto. Esa necesidad de aventura que nos hace menos perfectos, menos predecibles, menos amables, siempre que menos sea más y la necesidad se vea estrictamente revocada por lo espontáneo.
Tal vez, en su aura impenetrable, la montaña me regala un minuto para soñar que estoy fuera de lo cotidiano, que alguna vez fui hombre desnudo, o animal del monte, o polvo.
Tal vez la montaña es un gigante que me lleva y me trae de la muerte.

sábado, 25 de agosto de 2012

Cafeína por favor III (El hoyo)



Aún no podía creer lo que había hecho. Después de recordar a Roberta lloriqueando de mentira sobre las piernas de Carlo, cualquier cosa que hiciera no tenía ni la menor posibilidad de acercarse al pecado. No había quien me juzgara porque la hora del juicio se había quedado atrás, muy atrás.

-Hola Lucila.
-Benjamín... ¡qué puntual!

Es alto, moreno y cool. Sí, cool. No tengo mejor palabra para describirlo. Tal vez sea por eso que no me convence: no hay nada mejor para describir a Benjamín que una palabra hueca. ¿Hueco él o hueco yo?
Ya no importa, el mal está hecho. El daño agujereó mi conciencia y es ahora (tan tarde, tan tarde) que me vengo a cuestionar, que me aterrorizo al sentirme rara, que me propongo mirarlo con esos aires huecos que me impiden descubrir quién es.

Es hora de huir. ¡Sí! En  estampida, dejando asombro sin rastro. Llevándome todo a su paso. No lo volvería a ver, adiós, arrivederci. Ola del mar, vengo y me voy. Lo dejo sin palabras, sacudo la puerta, miro por la ventana y en cuanto presienta que se volteará a buscarme entre los caminantes de la avenida giro y comienzo a marchar sin mirar atrás... pero entonces saldrá a buscarme y no tendré salida. La calle, la gente, las miradas. Quedaré como una tonta, y de nuevo, mandaré todo al diablo.
Si le diese una pista, si le preguntase qué pasa por su cabeza, ¿sería todo más sencillo? Tal vez debería acercarme y...
-Tienes las manos heladas Lucila

Claro, claro. Ahora toca mis manos, ya no puedo. No hay salida, él dirá algo romántico, me sentiré comprometida. Se irá con una sonrisa, dejaré caer mi cabeza sobre la mesa... podría fingir demencia en el peor de los casos... Tal vez ahora puedo asumir que nada pasó y actuar como si...
-Deberías pedir un café. Tal vez eso te ayude con el frío.
-Sí, sí. Un café ayuda a despejarse... despojarse del frío. Despojarse, ¿no?
-Claro. Sí. ¿Un marroncito caliente?
-No, no. Oscuro. Así, así, negrito.

La joven que aquella vez había participado en mi plan psicópata de celos me miró con soberbia infinita. "Yo te conozco", me decían sus ojos. Gran cosa, niña, pensé, a mí no me importa. Coqueteó con Benjamín, entre indirectas desagradables y picas de ojo innecesarias, y se fue.
-Qué linda ¿eh?
-Sí. Linda.
-Así es mi hermana. Alta y pelirroja...Ya no es una chiquilla. Mañana se casa y...
-¡Ah! Qué bien. Una boda. Espero que su prometido no tenga tentaciones fáciles a las que sucumbir. Digamos, una Roberta que se aparezca por ahí...
-¿Ah?
-Sí, mira, no te daré explicaciones. Es intolerable para mí.

Benjamín se echó a reír. Mi descontento no podía ser más evidente.
-Tus manos están frías pero escupes fuego Lucila. ¿Qué tienes hoy?
Desconcertada, me di cuenta de que mi esfuerzo por hacer de mi desaparición algo deseable y oportuno no iba a funcionar. Aquel joven, que decía tener 32 años, era un adolescente sin causa. Un cúmulo de clichés, optimismo, y verborrea barata. Sí, sí. Ya lo he visto todo, y este es hueco. Hueco.
-Estás muy callada.

¡Dios mío! Ya basta con este interrogatorio de ánimo. ¿No te das cuenta hombre de que esto no va a ningún lugar? No comprendes que no es posible, te desvistes por la noche y después hablas demasiado. No, no, no. Nada bueno sale de este tipo de cosas, ¡compréndelo por favor! Comprende que estoy arrepentida de este café absurdo... desde anoche.
-Seguramente aún estás dolida por Carlo. No es fácil. Comprendo Lucila. Pero no debe afectarte más, sal de ese pasticho. No nos empastichemos los dos...

Es extremadamente ingenuo. Llevo horas sin decir ni media cosa con sentido y aún cree que todo es culpa de Carlo. Ese es el olvido, ese es mi pasticho. ¿Y qué demonios le importa a este...? ¿Empasticharnos los dos? Nada ha pasado como para concederle tal confianza, tal momento de intimidad ferviente y ciega. No puede ser tan ingenuo... no. No lo creo. Él debe saber, mejor que yo, que todo lo que dice es un falso placer del lenguaje de la conquista. "Me importas", dijo anoche. "Te quiero", siguió diciendo mientras yo prefería no entender nada.

Y ahí, y ahí es donde te fuiste de estúpida Lucila. Buscar el silencio en una comunión absurda de carne con un hoyo hipócrita. Se enreda demasiado con la  procrastinación  del  desenlace... se hace el loco, dice que todo es real cuando sólo cree en las verdades ilusorias. Se da de filósofo y todo. ¿Erudición pura Benjamín? ¿Eso es todo lo que tienes para darme? ¿Una utopía? ¿Una careta? ¿Un falsete en LA menor?
Ese es el problema. Que me fui con un mentiroso buscando el silencio. Es que me paso de exigente...
-Lucila. Debes hablar conmigo. ¿Qué piensas?

Preguntas innesesarias Benjamín...pienso lo mismo que tú.

-Bella Lucila, ¿por qué me miras así? Esa cara de ángel que tanto me intriga...

Y dale... y dale.

-Aquí están los cafés. ¡Buen día!
-¿Es linda no? La chica...

Y dale.

-Linda, sí.
-¿Estás celosa?

Y dale, y dale. Ahora pone esa cara de provocación adolescente. Desagradable, poco realista.
Quiero escapar de aquí...

-No te pongas celosa. Eres bella Lucila, Linda Lucila.
-No estoy celosa Benjamín.
-Debes olvidarte de Carlo.

Y ahí llegó mi señal. El primer sorbo de café, la distracción con las piernas de "la señorita te conozco" que pasaba a dejar el azúcar. Carlo... jamás debió mencionarlo de nuevo. Era como un dispositivo que despertaba las más insolentes sensaciones en mi imaginación. ¿Por qué querría controlarme con un hombre que ya ni existe? ¿Por qué cree saber todo sobre mi residuos emocionales de Carlo? Hace meses que no existe...
-Y ahí estás... penando en él. Ya olvídalo Lucila. Eres tan linda... ¿sabías? Deberíamos ir a la playa este fin de semana. En la playa me pongo...

Y de nuevo el retrato infantil con cara de falso interés por mis posibilidades de erotismo oceánico...
-Lucila, dime algo. ¿En qué estás pensando? Me asusta esa mirada...
-Sólo te miro Benjamín.

Se fue acercando poco poco hacia mis labios. Cree que cuando lo miro fijamente estoy revolviendo entre mis emociones alguna secreta admiración, o tal vez piensa que lo contemplo como su  voyeurista  personal. O tan sólo no imagina nada, no hay nada que busque o que quiera buscar en esa mirada.

-Me encantó desayunar juntos Lucila.
-Claro...
-¡Chao!... eres linda.
-Gracias Benjamín...
-Esta puede ser la última vez que nos veamos.

(¿Qué dijo? ¿Qué se cree? ¡No soy una ingenua!)

-Lo sé. Adiós.

Benjamín subió a su auto con la sonrisa a medias.
Y yo, finalmente, me sentí aliviada de culpa.
El agravio: haberme expuesto sin medidas preventivas, sin objeto.
Pensé en Carlo y no sentí nada.
No pasó nada que pudiera ser juzgado como un pecado. No había quien me juzgara porque la hora del juicio se había quedado atrás, muy atrás.
Y era suficiente con sentir la confusión de aquel improvisado deseo de una mentira.




domingo, 29 de julio de 2012

Catas

Es un reto. Son las maneras en las que he decidido probar y dejar la comida a medio morder, a medio masticar, en el proceso intermedio entre despertar la lengua y engullir satisfactoriamente cada trozo, cada pedazo de carne que se colea entre las cucharadas dulces de azúcar.
Los sentidos se enfocan en los placeres momentáneos, saboreo lo que se siente y compruebo que no necesito más de dos segundos para volver a la intriga. Si te has encargado de acercarme el plato es seguro que mi primera respuesta sea reconocerte, adoptarte en el menú como un platillo necesario. Y luego, en la incertidumbre, dejarte ir como un placer culposo cuyo registro debe permanecer en el olvido.

Como leitmotiv de fondo, mientras se duermen los sentidos cada noche, se escucha una música.
La que se me ocurra pensar.

domingo, 15 de julio de 2012

Uno escoge el tiempo que pasa
entre el consejo y la viruela,
entre la voluntad y la enfermedad.
Con o sin rastros de lo que una vez fue lo que la ilusión planificó,
pero no es desconocido para los que te rodean
que fue insignificante el motivo.
Parece ser que en el tiempo los motivos se nutren de un alma diferente,
y poco a poco
se desvanecen. 

miércoles, 30 de mayo de 2012

Promesa

Trasnocharme
Eso haré a partir de hoy, hasta que me recibas.
Con las mangas sueltas para que el frío me acompañe, me mantendré sin esperanzas en la noche. Oscura, como siempre, pasará la sombra de un recuerdo estelar en el firmamento petrificado.
La locura me comerá las uñas, la sangre, los músculos y llegará finalmente hasta las sensaciones.
Y como una roca estaré despierto e inmune cuando me toque tu primer saludo.
Desconocidos.
Los desvelos me sirven para apreciar la mentira de tu sensibilidad.
Es cordura el placer que se razona desde el futuro, es insatisfactorio dar la mano en el primer encuentro casero.
Mejoremos la versión de las miradas y no nos miremos. Seduzcamos a la incertidumbre e invoquemos la demora.
Dejemos en los brazos de cualquier querendón sin sueños el cuerpo que no siente nostalgia.
Reduzcamos el sentimiento hasta el primer saludo.

domingo, 29 de abril de 2012

Alma con miedo

La repartición de bienes entre las mañanas mías y las tardes tuyas se convierten en un perverso plan para manipular mis vicios y controlar mis dependencias.
Las únicas voces que se escuchan vienen de una misma garganta: la mía, repetida mil veces entre las pesadillas y las noches sin descanso, entre los encuentros efusivos con la energía y la pérdida total de la bitácora. Entre el sentimiento de precipicio y la sorpresa enamorada. 
Como un torbellino de dudosa procedencia, me embarco en un pensamiento desconocido. 
El tímido calor de lo que no entiendo se apodera de las horas útiles.
Y mi tiempo se consume en un destello de infortunios frente a una realidad que se desmorona a mis espaldas, que no enfrento, que no quiero, que niego. Mi mente no está dispuesta a pensar y mis ganas no están dispuestas a continuar.
Se marchita la confianza en la incertidumbre, y el peso de un error muerde los escombros de esperanza que quedan entre cada somnolencia. Un nuevo estilo de vida se aproxima, un cambio casi voluntario se acerca, una soledad inesperada está mirándome desde la ventana del piso más alto del rascacielos que me intimida. 
Hay una fuerza que me absorbe. Me marea entre sus horribles pesadillas de descontrol. 
El miedo.
Todo es miedo. 

Encuentros a rabiar I - Fuga de identidad

-Money, money for me. I need some of money, una moneda. My brother, mi hermano in Los Teques. Debo ir a Los Teques... ¡Hi!, come on, come on. ¡Money! 
Lo miraba asustada. Estaba sentada sin ejecutar movimiento alguno, con una cara de terror que ocultaba con poca gracia entre mis ojos perplejos en estado de impresión absoluta. ¿Qué rareza caraqueña es esta con la que me he venido a encontrar? ¿Pero qué carajo es esta vaina? ¿Pero qué....
-No lo mires.
Una mano sudorosa me jaló por el brazo izquierdo. Era una presión conocida, de una temperatura conocida, de un agarre conocido. Era él. "¿Qué hace aquí?" Pensé. 
-¿Manu?
-Sí, Rebeca. Pero ya no más Manu, ya no más Manuel. 
-Estás... cambiado.
-Uno se va a las costas frías y regresa cambiado.
-¿A las costas frías? ¿De qué rayos hablas Manu?
-Ya no más Manu.

 Caminamos hacia el café más cercano, a dos cuadras. Manu pidió un té sin azúcar muy frío. Bajé la mirada por  un instante y miré mis caderas para inspeccionar las posibilidades de la zona. "Todo en orden, me puedo dar un gustico", pensé. 

-Una merengada de Óreo, por favor.
-Gorda. Piensas como gorda. 
-¡Manu! ¿Qué coño fue eso?
La chica de la barra nos miró por un instante con las ganas contenidas de reírse, y se volteó con rapidez para ocultar la gracia que le hacía el comentario. Los demás chicos de la barra miraban a Manu con ojos diversos, con intenciones de diferente categorías, con pensamientos secretos de distinta naturaleza. La sensación de circo era realmente desagradable, y aunque Manu se veía muy cómodo en aquel estado de show ambulante para mí era una verdadera vergüenza pública. 
Manu le picó el ojo al chico de la barra que preparaba el té. Volteó la cabeza con un giro exagerado y me miró muy de cerca. 
-Es una forma de entrenar tu mente Rebeca, para que mantengas la línea. 
-Claro... ¿proviene también de las costas frías?
-No. Es buen gusto. ¡Ja!


Manu ya había visto al tipo con inglés improvisado que me había sorprendido en la calle. Hace mucho que no viene a Caracas, pero conoce a cada fenómeno que la habita como si se tratara de un círculo social al que, sin desearlo, tiene acceso absoluto. 
Supuestamente es un trinitario loco que pide limosla cerca de la estación del metro. Uno que otro ingenuo le regala dos bolívares, pero para él no es suficiente y se va quejando en la lejanía con voz afeminada. Su apariencia es todo un misterio, entre étnico y estrafalario, con un gorrito de colores que resalta su piel oscura y una sensación de diva que simplemente no se entiende con la pestilencia que carga.

-Es mejor que no lo mires porque se pone a contarte absurdeces. Es un loco
-¿Cómo sabes eso?
-Ya me lo he encontrado varias veces desde que regresé a Caracas, y antes también. Antes, todo el tiempo.
-¿Todo el tiempo qué?
-Me lo encontraba Rebeca, antes todo el tiempo me lo encontraba. ¿De qué estamos hablando pues?
-Bueno pero, no me trates así Manu.
-No más Manu.
-Y dale con eso... Entonces, ¿cómo quieres que te llame ahora?
-Por mi nueva identidad. Eva.
-Por Dios, que nombre más pavoso.
-¿Y tú quién eres para juzgarlo?
-Pues tu mejor amiga, desde que tengo memoria. La que supo antes que nadie lo que nadie quería saber.
-Fueron tiempos duros. Pero en Europa me dejé llevar por la libertad. Las costas frías...
-Te pasaste de intensa Manu... Eva.
-Quiero ser poeta.
-¿Has logrado escribir algo?
-No. Nada. Pero eso no importa.
-¿No importa? Dices tonterías entonces. 
-Lo que digo es lo que quiero.
-¿Y lo que haces? ¿Es lo que quieres?
-Es de lo que vivo.

Hubo un silencio repulsivo. No quise preguntar más nada. Por miedo, por pudor, por respeto, porque simplemente no me apetecía saber. Hace tiempo que conozco a Manu y fui la única en predecir sus cambios tempranamente. Desde el día en que me dijo que su pene le estorbaba muchísimo, que era desagradable para él, que no servía para nada, que era antiestético, que no soportaba el calor entre las piernas, y que con eso allí jamás podría ponerse una falda. 
Luego, 10 años más tarde, fui la primera en escuchar una confesión más concreta: "De ser algo, o alguien, seré una mujer". Manu tenía 35 años, y así se despidió de mí en el Aeropuerto de Maiquetía antes de abordar su vuelo a España. Yo tenía 33. Y un novio estable, y un gato, y un trabajo como diseñadora de carteles para los eventos culturales en Caracas. 
Desde entonces la vida se había vuelto bastante monótona. Pensaba esporádicamente en Manu. Pensé en el tamaño de las tetas que se pondría, y me daba risa. A los 23 ya había pensado en eso, y lo comentaba constantemente pero no se atrevía a alterar su cuerpo de tal manera, era un chico temeroso. Pensé que una vez con las lolas figurando en su cuerpo moldeado y falso se sentiría lo suficientemente seguro como para olvidar su identidad enfermiza y tímida. Como si aquellos dos ingredientes de la feminidad se convirtieran en la fuente de toda la fuerza de un nuevo estilo de vida.

 

Pero ese día no estaba contento con Manu.
Ni con Eva.
Era escandalosa, descortés, poco inteligente, fastidiosa en demasía y, además, me tenía que calar su actuación patética de diva regañona. Luego de darme una lección innecesaria de medidas divas y peso ideal, sumado a una completa destrucción de mi imagen personal, que siguió con una insatisfactoria invitación a operarme el culo y hacerme una lipo, dije sin remordimientos: 
-No te soporto Eva.
Se rió de mí como si no le importara. 
-Pues gorda, búscate a otro Manu. 
-No seas ridículo Manu.
-Si me llamas Manu de nuevo te olvido gorda. Aunque debería hacerlo sin remordimientos desde este momento. No estás preparada para juntarte con Eva, "la libidinosa". 
-¿Qué? ¿Pero qué carajo M...
-Hey, hey, hey, mucho cuidadito Rebeca...
-Eva. Estás fuera de tu cauce. 
-Eva está perfecta. Es perfecta.
-¿Y Manu?
-Es un defecto de fábrica mi amor.


Tomó la cartera enorme que traía consigo, y la agarró con tal fuerza que arrastró la silla donde se hallaba. La cartera era pesada, no tenía idea de cuántos bolsos, bolsitos, bolsas, bolsones, de maquillaje podía tener allí aquella mujer sin sentido. 
-¿A dónde vas?
-A mi cita. Ya te rescaté del loco trinitario, ya me tomé un té contigo, ya me dejaste boquiabierta con tu falta de sensibilidad. Gorda, haz algo por ti. Yo me voy a mi cita. 
Y se marchó.
No llamó más.
No supe siquiera si había vuelto a España en esos tres meses de completa desaparición.
No había rastro de Eva, y pues, de Manu hace mucho que no hay ni pistas de su existencia.
En su carrera de diva dejó caer un espejo, y lo guardé con sinsabor en la garganta, pensando una y otra vez en su manera insultante de decirme "gorda". Con ese tono tan falto de cariño y de amistad, tan lleno de prejuicio. Yo digo "gorda" y me suena a ternura, a frase cliché para saludar a una amiga, a intención dulce. Eva dice "gorda" y suena a egocentrismo, a insulto, a burla irónica. 

Yo pagué la cuenta, tomé mi bolso, miré el reloj, y caminé confiada hacia la estación del metro.
-Money please, some. ¡Hi! Moneda, ¿tiene una? Do you speak english? ¡Hey!
- Señor, señor, mmmm... señor, hola, señor. Quisiera hacerle una pregunta. Señor... 
-Yes? Money?
-No
-So?
-Conoce a Eva?


martes, 17 de abril de 2012

Descenso

Prefiero tener un silencio oportunista. Que te arrebate las confesiones, que te quite las risas, que te deje en blanco para mí. Para verte, para interpretarte, para saber con quien me estoy acompañando las horas.
Prefiero aislar la mañana de estos pensamientos que no deben despertar.
Hay un monstruo,que crece con la locura que se me ha concedido a cambio de la inocencia. Hay un tic tac, un chasquido, una corneta, un timbal... hay una señal. Debo detenerme antes de que el ruido me impaciente, me convierta, me arrebate la soledad. Antes de que se haga el ruido y yo no te pueda escuchar. Antes de que la montaña se mueva y yo no te pueda ver. Antes de que se muera mi humanidad y yo no te pueda soñar.



El silencio.
El profundo silencio de al ignorancia fortuita. El placer divino de llorar solo, antes de pecar de animal sin corazón. Sin remedio... sin remedio para la bestialidad de las palabras.
El buque ancla en mi garganta, con su carga de expresiones soeces. Llegan en cargamentos sólidos de mierda y hollín, cuando la temperatura sube al ver la felicidad con que recibes lo que más detesto.
Es egoísmo, es falta de amor, es falta de mí.
Falta de mí.
Falto yo, y lo que debería ser.
Falto yo, y lo que fui.
Me levanto entre los escombros de la cornisa adornada de luna, y me dedico a lamentar mi maldad.
Nací para lamentarme, y morí mientras me adueñaba de la bruma. Te vi, y estabas tan lejos, que sólo supe llorar.
Me levanto. Ya soy espíritu. Y puedo ver cómo me ignora la alegría de tus palabras, que no me ven, que no se me acercan, que se han ido.
Prefiero conservar el silencio oportunista.
Y que me revienten el alma los pájaros de la cornisa.

jueves, 5 de abril de 2012

Cafeína por favor II (Ausencia celópata)



Si tuviera un perro seguramente ya estaría muerto de tristeza, ahí tirado en la alfombra, pidiendo auxilio por auxiliar mis angustias.
Seguramente lo habría tomado por amuleto para gerenciar mis energías...
Hablar con Carlo es un peligro chico, y yo que le creo todo. Hablándome de cómo las tortugas son los animales perfectos para el Feng Chui. ¿Desde cuándo creo en el Feng Chui? ¡Que locura!, si tuviera un perro seguramente sería una mujer feliz con un perro feliz, con energías felices.
Debería preguntarle a Carlo su opinión profesional, ¿o no? porque un perro está muy caro para arriesgarse a cometer un error energético. Costoso error.
¿Un error energético? ¿Desde cuándo uso esas palabras? ¿Desde cuándo...

-El café se le va enfriar señorita
-¿Qué? ... ¿Cuándo me sirvieron el café?... Ya estoy desvariando

Ya estoy pensando en cualquier cosa. Eso pasa cuando el gafo ese decide ponerse a hablar de estupideces... de.. de cosas... de que me quiere... de que me ama... de.. de los animales energéticos, los perros, las tortugas, el Feng Chui...
No puedo creerle todo lo que me dice. No puedo, porque decir es una pena barata. Se contienen muchas verdades en el decir. Y yo, pues, yo no puedo esperar a que me diga siempre la verdad porque nadie nunca lo hace. Sí, soy exigente, y autoritaria... y todo eso, todo eso, pero no cuando accede a actuar tal como lo dice. Tal como lo que expresa. Mágicamente, actúa y le creo.
Es creíble la acción. Más que el decir.
Que me diga: "Voy con Lorenzo al parque", y cuando lo llame a su celular responda alegremente y no se escuche la voz de Roberta. Esa es la magia... pero ¡qué peste es Roberta! Una peste... es una tonta, tonta, tonta sin sentido.
Como sabe de chacras y publicidad cree que puede perderse con Carlo en las conversaciones interminables de las que me siento patéticamente olvidada hasta que se me salen las greñas de los causes y mi cara no se contiene ante ninguna imagen de repulsión en cadena como si las cosas fueran a cambiar para bien y me levanto de la silla con esa sensación de estorbo que me mata y veo cómo él ni inmuta para rescatarme de la ira y me voy iracunda a pelear con el mar que me mira desde lejos porque no hay más nada que hacer cuando esa tonta aparece en el mapa...

-Disculpe. ¿Quiere que le caliente el café?

Ese mapa al que no ha sido invitada para recorrer aunque sin escrúpulos accede a sus caminos como una sirena creyendo que puede llevarse a Carlo hasta las profundidades de su estupidez...

-¿Quiere otro café? Señorita, ¿retiro el café?. Está muy  frío...

Como si la estupidez fuera demasiado los hombres aman a las mujeres tontas y yo me soporto en mi complejidad para descubrir entonces que de ser cierta tal verdad yo moriré con gatos que seguramente morirán primero de tristeza porque chuparán toda mi mala vibra sin querer y yo estaré desolada...

-¿Me retiro? Si no va a hablar señorita yo me apego a los servicios del local. Traeré café caliente, y usted lo va a tener que pagar ¡porque después soy yo quien paga por su...!
-Usted debe ir a la mesa contigua y vaciar el café frío sobre el cabello de aquella tonta pelirroja. Se llama Roberta, pero usted ni pregunte, ni diga, ni nada, sólo...
-¿Está usted loca señorita?
-Loca no, celosa...pero ¡coño!, ¡ya le dije que no pregunte!
-Pero ese no es mi problema, por Dios.
-¡Usted va y se lo tira encima! ¡Si estuviera en mi posición lo haría!
-Mejor se sienta y se calma, por favor señorita.
-¡Ya no puedo más!

Ya verás tonta...

-¿Lucila?
-¿Carlo?
-¿Qué haces Lucila?
-Ja, ¿qué coño haces aquí con...
-¿Roberta? Me pidió un momento para conversar. No está de buenas con Mick, sabes que él vive en Nueva Zelanda y ...
-Vete al diablo


lunes, 27 de febrero de 2012

El interrogatorio

Si supieras
todo lo que pregunta a gritos
el cincel de la observación,
como una tormenta estomacal
que te enferma,
te enferma de inquisición.

Interrogatorio. 

martes, 21 de febrero de 2012

Cafeína por favor I (El café se toma pensando)

-Gracias.
-Aquí tiene.
-Gracias
...
-Señorita, gracias por el café.
-¿Algo más señor?
-No, gracias.
-Ya dijo gracias antes.
-Es mi trabajo como buen cliente.
-Claro.




La señorita, sin comprender nada, se retira. Digo que es una señorita porque se ha sujetado el cabello con una cola de caballo floja y sin sentido. ¿Por qué amarrarse las greñas de esa forma? No tiene sentido, no tiene sentido.
El café está muy, muy bueno. Y la calle está limpia esta noche. Con muchas luces, con mucha gente, con mucho de todo, como una buena ciudad de locos. Limpia de cordura. Como todos sus habitantes.
Estaba con Lucila hoy. Le he gritado tan feamente, tan mal, tan mal me he sentido luego.
Debí verme como un enfermo lunático, o como un ladrón sin control, con aspecto de drogadicto. Sí, así, con las pupilas dilatadas y la voz de Emily Rose mientras su cabeza gira 360°. Debió ser todo un espectáculo.
Que cruel la naturaleza animal. La odio, la odio. Es... cruel, vil, sorpresiva. Nos toma en las mañanas más hermosas para arruinarlas, en las veladas más cursis para envenenarlas, en los sopores más gentiles para asfixiarnos... y cuando estoy con Lucila.
Que enfermo me debí haber visto.
Que desgracia, ahora lloro. La pérdida del auto-control es una verdadera desgracia.
Es como los celos. Las incoherencias son como los celos.

Las incoherencias
son letales,
son fatales,
son horribles, monstruosas. Las odiamos porque despiertan sospechas.
Nos dejan con la boca entreabierta, dando vueltas como perros con hambre.
¡Una respuesta, una respuesta, una respuesta! Demonios, ¡anda al demonio respuesta!, ¡vete al diablo! Pero no se va. La búsqueda es inquisidora, y termina por lastimar a alguien. ¿Por qué?
Todo pulula en la mente enloquecida. Todo lo que probamos con la boca abierta, toda el hambre, se restriega contra el piso de la nada. Se da coñazos contras las paredes. Un hueco enorme se hace entre las cejas, y aún así no damos con la verdad. Con la verdad que queremos oír.
Nos sentimos exhaustos cuando nos perdemos en la ruta un domingo por la mañana, sobre todo si estamos animados por llegar a alguna parte: a la playa, a la casa de José, a la puerta de una licorería de chinos.
¿Cómo nos sentimos si el pensamiento sigue una ruta hacia la nada? ¡Hartos!
¡Basta, basta, basta!
Debo dejar de sentirme tan culpable, o moriré de indignación.

Nos dormimos sin una respuesta.
Nos regresamos al primer punto. Media vuelta, gira a la izquierda, estacione allí. Tome, aquí tiene. Gracias.
Y allí nos quedamos.
Jugando a ignorar las incoherencias.
Letales, fatales, horribles, monstruosas, nos quitan el sueño. Para eso está la cafeína.

-Gracias señorita.
-Claro.

Y me voy. Suena la campanita, ese sonido al que ya me acostumbré y que antes me parecía un estorbo. Suena la campanita que anuncia mi salida. Otro cliente abre la puerta, vuelve a sonar. Comienza a fastidiarme otra vez.
¡Ah! Pero ya ha llegado el metrobús.
Fabuloso.

lunes, 20 de febrero de 2012

Donde estés

Donde estés no estoy, y es tu culpa el misterio de mi desaparición. Me has arrancado de tu realidad como una flor sin marchitar, como un destierro, casi un exilio. Convertiste algunos sueños en mi depósito personal. Te cegaste a vender el alma a un sólo lugar. Y ahora te sigue gente, te buscan las tardes de birras, me dejas sin meditarlo en un vacío latente. Déjame decirte que no se aguantan los caminos que dejan de existir, los cielos que dejan de amanecer y las mismas costumbres cuando se va a comer. No se aguanta que te hayas ido a un sólo lugar. 
Donde estés
ya no importa. 

domingo, 12 de febrero de 2012

Dimensiones

La explosión suena como un vacío cósmico
que llena los paisajes de la memoria
con hechos ¿lamentables?
La explosión del sol al despertar
y volverte al tiempo común de los mortales

miércoles, 25 de enero de 2012

Malas costumbres

A lo mejor la imagen vino sofocada. Arrugada, sin nitidez. Eso sucede cuando no quieres recordarla y se ejerce de manera natural la torpeza de la memoria.
Entonces, sugiero que sería mejor, que sería importante, que sería increíble, tomando contrastes de una copa de psicosis de la que la inseguridad se nutre como un elefante enfermo.

sábado, 7 de enero de 2012

Colinas

Cuando la brisa baja de la montaña para refrescar la tarde se siente una voz insinuante que me deja soñando con las colinas de tu espalda.
Refrescante.
Seductora.
La montaña, sus colinas, y su brisa, que camina hacia la piel sensible al calor de la tarde sin temer a los designios del tiempo y del espacio. 

Cómo es todo

Tú sabes cómo es todo.
Llevamos un registro casi perfecto en las neuronas que nadan en la nada, en los alrededores de nuestras casas, en el humo de las fábricas: El hombre, una naturaleza condescendiente y una oportunista. Tenemos conciencia de la malicia que puede abrazarnos y de las bienaventuranzas a las que podemos acceder.
Tú sabes cómo es todo.
Llega la primavera y las flores sonríen. Llega el otoño y los escritores sonríen. Llega el invierno y los poetas escriben.
El abrigo de una buena palabra.
Tú sabes cómo es todo.
Las sociedades modernas se vuelven adictas a la urgencia. Los niños bailan sólo cuando son niños. La motivación es un arma más contra la sinceridad.
Tú sabes cómo es todo.
Y por eso has decidido cambiarlo. Desde el más profundo y oscuro recuerdo, memoria, dato, muestra, gen.
Tú sabes cómo es todo.
Y por eso has retomado la decisión de estudiar el sistema... con la intención de no seguirlo.
¿Hay otra opción?
Interpretar nuestra propia necesidad de un cambio es el único recurso que nos queda, aparentemente, entre la indiferencia de perros que tiene la mayoría.

pan, vino y mesa


Palabras paracaidistas. Peligrosas.
Nunca tocan la puerta antes de entrar, nunca suena una campanilla anunciando su entrada arrogante.
Aún así... cuando las siento caer del cielo cerebral, menudamente, trazando su recorrido nupcial hasta los dedos impacientes y lentos, me despierto del sopor de las menudencias.
Escribir. 
Es el vino, es el pan, y es la mesa.

viernes, 6 de enero de 2012

Ensombrecidos

Solemos tener sombras en los párpados luego de repensar los días oscuros, 
a veces se desvanecen con la sensación de que un sentimiento más próspero llegará en nuestro mejor momento, como un niño asustado que busca un refugio para recuperar los sentidos. 


Y dejamos de repasar los tiempos. 
Pero, en los segundos tentadores, visionarios como el de un corsario ansioso por la riqueza ajena, nos gusta imaginar que retornamos a la malicia sólo por el placer y el martirio existencial que se siente gustoso en el alma humana. El maleficio de ser, existir, y tener el ruido de un llamado distante que busca superarnos. Somos unos esquizofrénicos perseguidos por nuestra propia voz. 

¿Nos quedamos callados o aceptamos el reto?

Depende.

¿Tienes ganas de arrebatarte un pedazo de cordura?

No está de más.

Feliz noche.

domingo, 1 de enero de 2012

Breve comienzo

La situación suele ser siempre la misma. El místico rumor del año nuevo, ese olor a pólvora que nos consume los pulmones urbanos, el clamor de un símbolo que nos guíe hacia la salvación en nuestra íntima conciencia, el señor que habla de los cambios, de los días, del inicio, del comienzo. El desayuno del año nuevo está servido en nuestras ventanas internas, colapsadas de intrusos mentales que no nos dejan jugar con nuestra imaginación. Allí, en la cama de nuestra habitación, en el escritorio, en el perol grasiento de la cocina…allí está servida la ilusión de un tiempo que se va y uno que nace.
No hay nada más ilusorio que el pasado y el futuro. Todo es una continuidad, una secuencia de imágenes registradas en la memoria fotográfica del tacto. Es notorio que el falso sentimiento cósmico del comienzo nos ayuda a seguir… Irónico.