jueves, 29 de noviembre de 2012

Las líneas



Primero, se acerca la intención.
Se abre la puerta, el chasquido me distrae, y al voltear me roba una sorpresa.
La falda se pega a la piel, liviana como la caricia en las mejillas que me regala. Las piernas flaquean con el aire, camino bajo el sordo estruendo de mis pulsaciones, y sostengo con mi mente las rodillas paralizadas.
La intención se ha arriesgado a arrastrarme a la oscuridad.
En un cuarto sin mayor razón de existir que la de servir. Servir para los dañados, para las horas del cigarrillo, y tal vez para las palabras indiscretas que no se pueden decir en las horas vivas. 
Testigos únicos del proceso: las líneas.
Rodean los escombros, las luces, los pensamientos borrosos.
Líneas en las paredes.
En los parlamentos del momento.
Líneas en los estribillos de la canción que suena en la distancia. Tal vez solo la escucho yo. Tal vez la distancia es  mínima, y solo es música cerebral.
O proviene del aire que exhalas.
Líneas que conducen el camino hacia una intención. 

domingo, 25 de noviembre de 2012

Ciego


Estás frente al punto ciego.
Terco y seco.
Como piedra.
Como la piedra que ahora te viste.
La puerta ya no se abre.
No hay puerta que me dibujes.
Es hora de girar y desaparecer.
Como un villano. Sin gloria.
Cuando no hay salida, la hora del silencio se asemeja al alivio.
Al amargo alivio que tememos desde el encuentro.
Cuando él habla de majas.
Y ella de mofas.
Cuando él no responda.
Y ella se enoje.
Probarán alivios nuevos.