jueves, 3 de diciembre de 2009

PESTAÑEO NO INSTANTÁNEO Y POLVO VIEJO


La luz que cae sobre las imágenes, las fotos que intentan recobrar esa luz y convertirla en esa imagen, e incluso la sensación de que un ligero polvo viejo ha caído en ellas desde el primer momento en que comienzan a ser pasado: Eso me conmueve.

Las fotos me dicen que estoy envejeciendo, pero que voy, primero, directo a la eterna juventud. Nunca acabaré de vivir, y cuando lo haga, no sabré si así ha sido. Sólo lo sabrán quienes están externos a mi, y quienes me observan desde lo no etéreo. No despertaré nunca de este sueño. Y cuando se apaguen las luces, tal vez ya habré aprendido a mirar en la oscuridad. Quiero que se queden conmigo ciertas cosas que bajo la luz puedo ver, para saber, sólo saber, que están allí y que si la luz decide retornar al gozoso lecho de donde partió pueda corroborar quien ha sido fiel a mi corazón y quien ha decidido borrarse de mi línea del tiempo. Y no los juzgaré, es sólo para saber.

Siempre necesitando una afirmación: Yo

Siempre queriendo una aceptación: Yo

Mis más cercanos lo saben.

Y lo curioso.... son quienes menos me afirman y son quienes menos me aceptan.

Creo que con eso estaría contenta al apagarse las luces. Sabiendo lo que pronto se me olvidará.

Una bella distracción


Todo en la calle comienza a distraerme. Las personas, los árboles, los edificios… todo, absolutamente todo comienza a tener un sentido. Un sentido esporádico, que desaparece en el mismo instante en el que se construye. Las palabras, el presente y el pasado, le dan un cierto aire de historia a cada rincón, lugar y vacío que experimento. Pareciera mentira que todo lo que observo es más que lo que observo, y que conserva múltiples historias que podrían ser el complemento de la nuestra.
A veces me detengo en ese tiempo para mirar hacia atrás y ver lo que he dejado y comprobar que lo que está conmigo es realmente lo que merece estarlo, y que lo que me ha dejado atrás está mejor en el pasado. A veces siento que detenerme en ese instante es perder parte del presente, convirtiéndolo en un álbum de fotografías que no merece la pena ver hasta tener una verdadera razón… pero yo he encontrado una verdadera razón para detenerme en el tiempo, y es que, automáticamente, con tan sólo pensar en eso que llamamos recuerdos nos acordamos de cuántas cosas faltan que marquen nuestra vida, y me pregunto… ¿Estoy preparada para ello?, ¿hay que estarlo?
Hay personas que no parecen tener sentido. A veces las veo caminando y cuando todo tiene sentido… entonces llega ese alguien que distorsiona mi panorama, pues rápidamente me doy cuenta que… no camina como el resto. Camina con el ceño fruncido, pensando sólo en él, fingiendo ser como todos, cuando piensa como ninguno. Él me cautiva, porque su corazón está lejos de ser humano. Me enamora lo extraño. Y él es extraño. No cree en la poesía, ni en los poemas. Dice que los escritores deberían podrirse como la madera de sus escritorios y que sus palabras no tienen sentido. Cómo odié saber que pensaba aquello, pero aún me parece un ser fascinante. Un ser que no tiene sentido, y pues, simplemente, no quiero encontrarlo. Podré estar cautivada por su extraña manera de proceder, pero no de él. Y entonces, como si el mundo caminara de nuevo, vuelvo mi mirada perdida hacia todo aquello que si tiene sentido … y veo pasar a la gente, y les creo historias, y me pregunto cuáles serán sus problemas, y si serán peores a los míos. Porque como todo ser humano necesito saber que tan mal estoy con respecto al resto para que cuando sea necesario, tenga suficientes argumentos para hacerme la víctima… ¿O es que nunca te has sentido mal, y deprimido por una tontería?

Indira Rojas

Julio, 2008