jueves, 30 de julio de 2009

ESTACIÓN: VERANO


El sol en la ventana chocaba fuertemente. El calor se intensificaba cada vez más, y la temperatura de la habitación se hacía insoportable. Los rayos intensos y todopoderosos se colaban por la habitación y daban directo al armario de madera, que palidecía del sofocante calor. Las cosas del cuarto parecían querer salir de él, encontrar alguna escapatoria, obligarse a correr sin pies, obligarse a huir, a protegerse, del látigo de luz, debajo de la cama: único lugar que resguardaba a la oscuridad, fría y necesitada. La quietud que proporciona el calor de la habitación no es pacífica. Al contrario, es como si una energía en suspenso me quisiera sujetar, junto con todas las cosas del cuarto, a un sólo tiempo que no pasa, detenido en el suspenso del vapor, de la luz cegadora, de los rayos escurridizos, de los objetos que me miran. El sudor inerte comienza a bajar y es la única señal de vida en aquella atmósfera de infinita soledad sin salida.

lunes, 27 de julio de 2009


La niebla se ha disipado. No puedo decir que te conozco, pero sí he de saber lo suficiente para sentir lo que se siente. No puedo decir que te conozco, pero sí que te amo.
Fotografía del FNAC.