jueves, 5 de abril de 2012

Cafeína por favor II (Ausencia celópata)



Si tuviera un perro seguramente ya estaría muerto de tristeza, ahí tirado en la alfombra, pidiendo auxilio por auxiliar mis angustias.
Seguramente lo habría tomado por amuleto para gerenciar mis energías...
Hablar con Carlo es un peligro chico, y yo que le creo todo. Hablándome de cómo las tortugas son los animales perfectos para el Feng Chui. ¿Desde cuándo creo en el Feng Chui? ¡Que locura!, si tuviera un perro seguramente sería una mujer feliz con un perro feliz, con energías felices.
Debería preguntarle a Carlo su opinión profesional, ¿o no? porque un perro está muy caro para arriesgarse a cometer un error energético. Costoso error.
¿Un error energético? ¿Desde cuándo uso esas palabras? ¿Desde cuándo...

-El café se le va enfriar señorita
-¿Qué? ... ¿Cuándo me sirvieron el café?... Ya estoy desvariando

Ya estoy pensando en cualquier cosa. Eso pasa cuando el gafo ese decide ponerse a hablar de estupideces... de.. de cosas... de que me quiere... de que me ama... de.. de los animales energéticos, los perros, las tortugas, el Feng Chui...
No puedo creerle todo lo que me dice. No puedo, porque decir es una pena barata. Se contienen muchas verdades en el decir. Y yo, pues, yo no puedo esperar a que me diga siempre la verdad porque nadie nunca lo hace. Sí, soy exigente, y autoritaria... y todo eso, todo eso, pero no cuando accede a actuar tal como lo dice. Tal como lo que expresa. Mágicamente, actúa y le creo.
Es creíble la acción. Más que el decir.
Que me diga: "Voy con Lorenzo al parque", y cuando lo llame a su celular responda alegremente y no se escuche la voz de Roberta. Esa es la magia... pero ¡qué peste es Roberta! Una peste... es una tonta, tonta, tonta sin sentido.
Como sabe de chacras y publicidad cree que puede perderse con Carlo en las conversaciones interminables de las que me siento patéticamente olvidada hasta que se me salen las greñas de los causes y mi cara no se contiene ante ninguna imagen de repulsión en cadena como si las cosas fueran a cambiar para bien y me levanto de la silla con esa sensación de estorbo que me mata y veo cómo él ni inmuta para rescatarme de la ira y me voy iracunda a pelear con el mar que me mira desde lejos porque no hay más nada que hacer cuando esa tonta aparece en el mapa...

-Disculpe. ¿Quiere que le caliente el café?

Ese mapa al que no ha sido invitada para recorrer aunque sin escrúpulos accede a sus caminos como una sirena creyendo que puede llevarse a Carlo hasta las profundidades de su estupidez...

-¿Quiere otro café? Señorita, ¿retiro el café?. Está muy  frío...

Como si la estupidez fuera demasiado los hombres aman a las mujeres tontas y yo me soporto en mi complejidad para descubrir entonces que de ser cierta tal verdad yo moriré con gatos que seguramente morirán primero de tristeza porque chuparán toda mi mala vibra sin querer y yo estaré desolada...

-¿Me retiro? Si no va a hablar señorita yo me apego a los servicios del local. Traeré café caliente, y usted lo va a tener que pagar ¡porque después soy yo quien paga por su...!
-Usted debe ir a la mesa contigua y vaciar el café frío sobre el cabello de aquella tonta pelirroja. Se llama Roberta, pero usted ni pregunte, ni diga, ni nada, sólo...
-¿Está usted loca señorita?
-Loca no, celosa...pero ¡coño!, ¡ya le dije que no pregunte!
-Pero ese no es mi problema, por Dios.
-¡Usted va y se lo tira encima! ¡Si estuviera en mi posición lo haría!
-Mejor se sienta y se calma, por favor señorita.
-¡Ya no puedo más!

Ya verás tonta...

-¿Lucila?
-¿Carlo?
-¿Qué haces Lucila?
-Ja, ¿qué coño haces aquí con...
-¿Roberta? Me pidió un momento para conversar. No está de buenas con Mick, sabes que él vive en Nueva Zelanda y ...
-Vete al diablo