domingo, 1 de enero de 2012

Breve comienzo

La situación suele ser siempre la misma. El místico rumor del año nuevo, ese olor a pólvora que nos consume los pulmones urbanos, el clamor de un símbolo que nos guíe hacia la salvación en nuestra íntima conciencia, el señor que habla de los cambios, de los días, del inicio, del comienzo. El desayuno del año nuevo está servido en nuestras ventanas internas, colapsadas de intrusos mentales que no nos dejan jugar con nuestra imaginación. Allí, en la cama de nuestra habitación, en el escritorio, en el perol grasiento de la cocina…allí está servida la ilusión de un tiempo que se va y uno que nace.
No hay nada más ilusorio que el pasado y el futuro. Todo es una continuidad, una secuencia de imágenes registradas en la memoria fotográfica del tacto. Es notorio que el falso sentimiento cósmico del comienzo nos ayuda a seguir… Irónico.

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