Los pensamientos más insensatos son tan comunes que me provoca amarrarlos para que no estorben con tanta frecuencia.
Pero sería injusto de mi parte convertir este mundo mío a la perfecta potencia, porque no es real lo que es perfecto, y prefiero amores reales que amores utópicos...
Y es por eso que declaro que el control de los insensatos que osan llamarse mis pensamientos quedará bajo un dominio privado en lo más recóndito de mi cordura, y sólo tú, que me amas, podrás ver cómo vuelvo a nacer.