sábado, 25 de octubre de 2014

Comienzo

Solo facilitaría el paso. Dejar la puerta abierta, las ventanas abiertas, y el cielo cerrado a los pies de la última palabra... facilitaría el paso. Dejaría entrar cualquier mala intención, llenaría la habitación de conejos salvajes, de gatos negros, de alces gigantes y cornudos como el miedo, y arrastraría toda pizca de humanidad por el balcón.

Una segunda oportunidad podría, entonces, nacer. Colmarse de lo que queda, para sembrarse en la tierra fértil de la soledad. Con algo de atenciones, en los adentros, en las raíces de su palpitante corazón verde y arenoso, despertarían los pétalos parlanchines, que llaman un nuevo amor con sus voces de coral.

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