domingo, 10 de agosto de 2014

Contra mí

Apreté los labios y todo se enmarañó frente a mis ojos. Las manos, oscuras y casi deformes, se dejaron caer como trozos de carne derretidos frente al sol amargo. Y mis facciones, que una vez fueron un llamado a la insurrección de intenciones oprimidas, se hundieron hasta pegarse a los huesos ¿Era un monstruo?

"¿Era yo un monstruo?" Te pregunté. Me miraste, o eso creí, pero ahora que vuelvo a repetirme las culpas veo tras tu esquema vidrioso pocas ganas de reconocerme. Y entonces, con mis dedos hechos cenizas, me enjuagué una pequeña lágrima, leve como una pausa.

Se fueron los encantos, se fueron las noches, y el tiempo regresó. Volví, o eso creí. Apreté los labios y todo se enmarañó frente a mis ojos, y un soplo casi divino, con olor a uvas, me despertó. "¿Era un sueño?", te pregunté. Y me sonreíste, mientras también tú despertabas.

"Nada de sueños", me dijeron las paredes, quienes ante su sólido estandarte poco saben que su propósito es diferenciar la ficción de las crueles verdades que disimulamos. ¿O me habrá hablado el silencio? Y, por dentro, muy dentro, apretujándose entre mis pulmones y cortando mi garganta, me pesaba un pensamiento.

Contra mí, yo.
Contra mí, el monstruo.
El monstruo, yo.


2 comentarios:

Unknown dijo...

Excelente escrito =D!

Indira dijo...

Gracias Daniel! :)