No siempre está previsto que los roles se conviertan en lunas y las aves cometan un suicidio espacial. Aún así, entre estos tiempos míos que claman un motivo, se esconde la manía de pertenecer a un momento desconocido. De una hora con sobredosis de chocolate, un segundo de cambios radicales. El viernes fue un diagnóstico de la mentira y el sábado ya era una locura intentar comprenderla.
Las epifanías y las furias vienen en clave y las más importantes decisiones se toman luego de una infinita tortura.
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