Estaba muy cerca de mi. Una pila de hojas secas, solitarias, marrones, otoñales, amigas del viento, de la magia, de las hadas. Parecían una torre de chocolate derritiéndose. Se sentía el deseo de lanzarse sobre ella y comérsela disfrutando del dulce sabor a verde, a raíz, a mañana.
Una visión juguetona llegó hasta mí... sentí deseos de saltar sobre el montículo de hojas, y revolcarme con ellas en un placentero viaje a lo introspectivo. Donde se olvida todo, donde retienes una sonrisa pícara, de "no me importa", de niña pequeña, de ilusión imperecedera.
Pero toda posibilidad de ideas se fue en un soplo, de un viento violento y frío.
El otoño está por irse.
miércoles, 3 de marzo de 2010
domingo, 28 de febrero de 2010
sábado, 6 de febrero de 2010
CONFESIÓN I
He dejado de ser yo, de un cierto modo extraño y patético. Me he soñado miles de veces sentada en una banca, pensando. Pensando, pensando. ¿Es que hay otra cosa mejor?
Pienso, sentada en dura banca de concreto, o suave almohada de aire, que ya no soy yo. He dejado de leer, he dejado de escribir, he dejado de creer. Mi talento, cuestionado tantas veces, me parece agobiante de tratar. Hablo con los duendes, hablo con mis cartas y mis confesiones y me siento presa de un terrible rapto de mi seguridad, un tremendo error para quien goza de la locura y vive de ella, incluso porque sus pesares se liberan en una manía loca y aristotélica de pensar sin rumbo, de mirar sin rumbo, de escribir sin rumbo aparente, por creer simplemente en un placer estético de escribir. Que tan malo, que tan bueno, que tan tonto, que tan necio puede ser. No lo sé, nunca me gustó pensarlo, nunca creí necesario tanto cuestionamiento perfecto. Ya no soy la misma, estoy en una crisis. Hay muchas chicharras que cantan sin parar, no me dejan, no me dejan, ¡NO ME DEJAN!
Duérmete niña, duérmete.
NECESITO UN DESEO
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Estoy esperando a que vuelvas, deseo de ser literatura.
Estoy desesperada por sentirte entre mis razonamientos, mi vida y mi imaginación.
Vivir sin ti, deseo de ser palabra y sentimiento, es la tortura de cualquier escritor perdido en la soledad por el desencanto de su musa. Es cuando la musa envejece, y el deseo se marchita. Es cuando algo nuevo debe pasar y nunca pasa.
Estoy esperando a que vuelvas, deseo de ser literatura.
Hay algo que me llama desde la música inconfundible de tu voz,
pero no puedo ubicarte, sorda y ciega, sin algún guía que me acompañe.
Solía ser tú y solías ser conmigo.
Estoy esperando por ti, mi deseo, mi preciado deseo de ser duende, de ser hada, de ser mago, de ser pobre, de ser marginado, de ser visionario, de ser raro, de ser único, de ser mágico, de ser alto, de ser montaña, de ser mar, de ser ave, de ser alas... de ser literatura.
No te olvides de mí, no te olvides.
domingo, 24 de enero de 2010
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Recuerdo cuando solía ser el centro del mundo. Cuando todo giraba a mi alrededor. Cuando el poder gravitatorio de mi cuerpo, de mi pequeño cuerpo, me permitía las atenciones más duraderas, las fidelidades más confiables, las comodidades más deseadas. Pero el tiempo es indetenible. Se han apartado de mí sueños y felicidades. Siento a la distancia más cerca, y a la cercanía más lejos. Siento que talan un bosque por dentro, que lo queman, que lo abandonan, que lo secan, lo pisan, lo odian... lo dejan. Siento que no vale la pena recibir ningún aliento cuando ya nada ha quedado lo suficientemente vivo como para que retorne.
Todo lo que antes daba vueltas alrededor mío se fue muy lejos, en la ternura de un recuerdo otoñal. Ahora el trompo incansable, el globo volador, el cuerpo atrapado en el torbellino soy yo. ¿Alrededor de qué estoy girando? Mi centro, un pedazo desconocido, oscuro, perdido.
Me siento triste, triste, muy triste.
sábado, 2 de enero de 2010
Hora pico
Necesitas reconocer que los campos están marchitos. Que las luces se han convertido en sombras. Que los bosques están repletos de monstruos. Que las plazas están desoladas bajo la luz de la luna. Que las aves tienen miedo. Que las casas están abandonadas. Que los rincones tienen el eco de un espíritu melancólico. Que los ríos están corriendo hacia atrás. Que las nubes cubren el cielo. Que los volcanes ya no arden. Que se escapan ya de todo ser vivo los últimos alientos. Que el mar se consumirá y sólo quedarán desiertos de sal. Que los sobrevivientes de este apocalipsis sólo serán los resucitados de las viejas tumbas de la meditación y el amor.
Que debes comenzar a morir para nacer de nuevo. Es hora.
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