Ese tipo de conversaciones me hacen pensar. No me calman, no me castigan, no me ponen contenta. Sólo me hacen pensar. Cuelgo, recuesto la mejilla sobre el puño cómodamente cerrado, y cierro los ojos. Sólo imaginación tras imaginación, incoherencia tras incoherencia. ¡Oh por Dios! Es como lacerarme el cerebro, pasarme mentol por la carne viva, soñar con ponys a los 23 años. Es un trauma, con forma de corazón sangrante.
Mmmm, excitante. Usted debió ser una mujer impresionante en la época colonial. Ya sabe… en su otra vida.
¿Qué dice? No está viendo que la muerte me ha perseguido siempre, con forma de tristeza, desolación, confusión, desesperanza, terror. Jamás he vivido, ni una, ni dos, ni tres veces. Y esta vida que muero es sólo eso… muerte.
La regresión le ayudará a entender todos sus caprichosos problemas
No adjetive. No tiene derecho de adjetivar mi vida… mi muerte. ¡Llamaré a un abogado! ¿Quién se ha creído para juzgar, nombrar, adjetivar, describir? Nadie, usted: Nadie.
No se apresure a malhumorarse. Es normal que su psicología comprenda una depresión tan profunda. Yo sólo la acompaño de risa.
No acompañe, no hace falta. Y no es depresión, es arte. Y no necesito psicología, es vida lo que pido. Usted se equivoca demasiado… ¡Oh! Ya me doy cuenta cuán inútil, terrible agravio a mi naturaleza desdeñosa ¿qué hago yo aquí? Debo irme.
La regresión… usted está aquí porque mi profesionalismo le garantizará una mejor vida.
Eso no tiene ningún sentido. La vida no se profesionaliza, se domestica. Y un domesticado no me dirá cómo vivir.
¡Por Dios! Qué difícil me resulta como paciente.
Soy dramaturga. ¿Qué esperaba?
Drama
¿Entonces?
No siga perjurando contra la ciencia que, en este sillón negro, grande y cómodo, represento. Relájese. El drama debe descansar de vez en vez para nutrirse de la soledad, ¿no le parece?
Me sienta bien su respuesta. Comencemos con la regresión. ¿Regresaré del regreso?
Ni se dará cuenta.
Bien, me ha asustado lo suficiente. Ahora vendrá más drama. Una mujer sola piensa mucho, ¿sabe?
No estará sola… ni siquiera estará.
Cuidado. Que ya le dije… yo quiero dejar de morir. Vivir señor, vivir. Esa… mi verdadera tragedia.
¿Mejor tragedia que drama?
Usted no sabe cuán preferible…